martes, 13 de agosto de 2024


 Pasados algunos días tras el arribo al Mar Caribe, cuenta el Dr. Chanca, ya se tenían pistas relativas al canibalismo; unos hombres habían traído a bordo algunos huesos de brazos y piernas. Las osamentas hicieron sospechar que las islas “son habitadas de gente que come carne humana”, y de las cuales le habían hablado al Almirante durante su primer viaje. Las dudas se disiparon con abrumadoras evidencias que indicaban que los festines antropofágicos eran habituales porque durante los ocho días que duró el ir y venir por las costas, hallaron “infinitos huesos de hombres”. Incluso, según narra Chanca, las lugareñas de Marigalante y Dominica -las islas de los caníbales- le dijeron que sus hombres habían partido en diez canoas para traer más víctimas.

Chanca distingue a los caníbales por ser de cabello muy largo -no como los indios aliados, quienes lo traen corto- y por el hecho de que llevan los ojos delineados de negro al igual que las cejas, por lo que “perescían más espantables”. Los otros indios -aliados de los españoles- llevan los rostros coloreados. En el caso de las mujeres caníbales, Chanca refiere que llevan cintas atadas debajo de la rodilla y por encima del tobillo, tan ceñidas que deforman sus pantorrillas. Así, en general se trata de cuerpos que se alejan de la norma (europea).

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