La duquesa vieja de Arcos, Beatriz Pacheco, le había hecho merced de cien fanegas de trigo y “un libramiento”, agradeciéndole, quizá, un servicio médico al convento de Santa Clara de Carmona, donde vivía.
Con los boticarios residentes en Cádiz, Jerónimo Barón y Jerónimo Castellón, debía de enviar fórmulas y recetas a las Indias según se desprende de la cuenta que le adeudaban: veintitantos mil y 1.600, respectivamente.
Un comprador de vino, Francisco Sánchez, le adeudaba 8.250 maravedís; el doctor Escobar, cinco ducados y medio de oro, y Violante Mexía tres ducados. En el Archivo de Protocolos de Sevilla abunda la documentación concerniente a sus negocios indianos: despachaba no sólo drogas y medicinas, sino todo tipo de mercaderías, desde vino y harina hasta carne de membrillo o camisones que eran enviados a través de su criado Zafra y recibidos en Santo Domingo por el boticario Ordoño Ordóñez.
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