Sobre su apariencia algún autor, que posiblemente pudo tener acceso a algún retrato
del galeno, señala: “…sujeto un poco ampuloso…ilusionado y artista…con largo
semblante de pelícano, y oliscando todo suceso…”. De acuerdo a la costumbre de esa
época, el Dr. Álvarez Chanca, aunque los avatares clínicos a veces pudiesen influir en
ello, vestiría, de forma ciertamente solemne, un traje oscuro con pequeñas boca mangas
de encaje blanco y un cuello alto rizado, cubriéndose en invierno con una elegante pelliza
de piel fina.
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En cuanto a su preparación galénica, dado su prestigio debía ser muy buena. En esa
época los médicos habían estudiado las obras de Galeno, Hipócrates, Avicena, Villanueba
(sic) y Razhes; si bien sus estudios anatómicos eran deficientes, pues en su mayoría sólo
habían practicado contadas disecciones. También, en algunos textos de la época se
exponía cómo debian realizarse las exploraciones médicas al paciente y la observación
que se debía hacer, en todo caso, de la orina y las heces fecales. Seguidamente, con más
o menos suficiencia, el médico diagnosticaba y dictaminaba, con palabras generalmente
muy profesionales e incluso latinismos, procediendo a la prescripción que consideraba
adecuada. Si el problema era quirúrgico, se actuaba con los medios y material de cirugía
de que se dispusiese en esos momentos, a ser posible con la precisa anestesia. 15
Tras hacer escala en isla La Gomera, en Canarias, donde, como el propio Dr.
Álvarez Chanca refiere en su Carta, “…fue necesario estar algún día para hacer
provisiones de carne, leña e agua…”, Colón, en ese segundo viaje, arribó a tierra de nuevo
en el nuevo continente, que él fallecería pensando todavía que era “las Indias”, el de
noviembre de 1493, descubriendo que el territorio era una isla que bautizaría como
Dominica, por ser ese día domingo, con la consiguiente alegría de los tripulantes al tocar
tierra, tras el largo viaje, circunstancia que el Dr. Chanca señalaría con el buen humor que
se dice le caracterizaba. En la isla observó el Dr. Chanca, dos árboles, que mostró a
Colón; uno de ellos que parecía un laurel, y otro con unos frutos que ocasionaban
hinchazón en labios, lengua y paladar, con gran ardor y dolor en estas partes, y que se
remediaban con agua fría”.
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