viernes, 23 de agosto de 2024
enfrentamientos constantes con los nativos y una carencia grande de alimentos, unido a las nuevas enfermedades que aquejaban a los españoles, le hicieron sin duda ansiar volver a Sevilla. Debió de regresar en septiembre de 1494, en el mismo convoy que traía a Castilla a los disidentes Pedro Margarite y fray Bernardo Buil, pues desde 1495 figura afincado en Sevilla y recién casado con una viuda rica, Juana Fernández, que aportó al matrimonio dos hijos habidos de su anterior unión con Alonso López de Trasierra: Inés y Alfonso Guillén. Al morir Juana, en 1507, los hijos pusieron pleito al padrastro que, indignado de que le hubieran quitado “la dote”, aprovechó para hacer testamento y excluirles del mismo, haciéndoles pagar una deuda que él y Juana habían contraído años atrás en Salamanca con Diego de Ledesma a quien habían comprado una casa: 7.000 maravedís que ordenó que fueran satisfechos “la mitad de mis bienes y la otra de los bienes de la dicha mi primera mujer”. A los pocos meses de enviudar casó en segundas nupcias con Ana de Zurita que le entregó en dote 200.000 maravedís, dos pares de casas colindantes en la collación de San Vicente, 40.000 maravedís en ajuar y joyas, 20.000 en diecisiete bueyes y heredades. A cambio ofreció el doctor en arras “500 doblas corrientes”.
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